Ante los problemas que estamos teniendo con el Aula Virtual estos días vamos a trabajar a través del blog.
Tenéis que leer los Cuentos para quedarse en casa de Eloy Moreno y trabajar ciertos aspectos de la comprensión lectora y la narración.
“EL QUE NO CREE EN LA MAGIA NUNCA LA ENCONTRARÁ” ROALD DAHL
Instrucciones de uso
UNO:
Lee un cuento al día. Así tu mente tendrá toda la noche para pensar en ÉL y todo el día para intentar comprenderlo.
DOS:
Léetelos a ti mismo/a. Léeselos a otros
TRES:
Vívelos, siéntelos, imagínalos, compréndelos, transmítelos.
CUATRO:
Y cuando hayas comprendido el mundo, intenta mejorarlo.
CINCO:
Redacta un breve resumen de cada cuento y explica cuál crees que es el mensaje que intenta transmitirnos el cuento.
Indica quién es el narrador, los personajes, el espacio y el conflicto.
Corregiremos los ejercicios en clase.
Los Cuentos:
La pulsera
Un joyero venía observando ya durante un tiempo, cómo una niña se detenía delante del escaparate de su establecimiento y se quedaba mirando una bonita pulsera de oro.
Así pasaron varias semanas hasta que, un día, la niña se decidió a entrar:
-¡Hola! -dijo la pequeña.
-¡Hola! -contestó educadamente el joyero-. ¿En qué puedo ayudarte?
-¿Me puede usted enseñar esa pulsera que hay en el escaparate, la dorada?
-Claro que sí -le respondió.
La niña la cogió y comenzaron a temblarle las manos mientras la acariciaba con sus dedos. En ese momento el joyero pudo ver cómo unas lágrimas de emoción brotaban de sus ojos.
-Es que me gustaría regalársela a mi madre, pues hoy es su cumpleaños y me está ayudando mucho en mis estudios. Se pasa el día trabajando, y cuando llega cansada por la tarde
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se queda conmigo haciendo los deberes hasta que consigo entenderlos.
-Sí, seguro que le encantará, es preciosa -le contestó el joyero.
-¿Cuánto vale? -preguntó la niña. -¿Cuánto tienes? -le respondió el hombre.
La niña sacó una pequeña bolsa repleta de monedas y las dejó sobre el mostrador.
-Es que he estado ahorrando durante muchos meses.
-Bien, veamos qué hay por aquí... -contestó el joyero mientras contaba el dinero- a ver... ¿no tienes nada más, pequeña?
-Bueno, sí, espere... -dijo mientras metía sus manos en los bolsillos y continuaba sacando varias monedas más, un pequeño billete arrugado, un anillo de plástico, un coletero rosa y dos caramelos de fresa.
-A ver... creo que sí, creo que con esto será suficiente -le respondió el joyero mientras recogía todo lo que la niña había dejado en el mostrador- ¿Quieres que te la envuelva para regalo?
-¡Sí, sí! -exclamó la niña ilusionada.
Tras unos minutos, el joyero le dio el paquete y la pequeña se llevó la joya.
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A la mañana siguiente, la madre de la niña se presentó en el establecimiento con la pulsera en su estuche.
-Hola -saludó nada más entrar.
-Hola -le saludó también el joyero-, ¿en qué puedo ayudarle?
-Verá, es que ayer por la tarde, mi hija me regaló esta pulsera para mi cumpleaños y me dijo que la había comprado aquí.
-Sí, así es -contestó el joyero mientras la observaba-, yo mismo se la vendí.
-Pero... pero creo que debe haber un error porque... esta pulsera es de oro, ¿verdad? -Sí, por supuesto, aquí solo vendemos productos de primera calidad.
-Entonces no lo entiendo, mi hija jamás podría pagar una joya así, no tiene tanto dinero, ¿cuánto le ha costado?
-Verá -le contestó seriamente el joyero-, en este establecimiento tenemos por costumbre mantener la confidencialidad de nuestros clientes, así que, sintiéndolo mucho, no puedo darle esa información.
-Pero... -protestó la madre.
-Lo que sí puedo decirle es que su hija pagó por esta pulsera el precio más alto que puede
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pagar una persona.
-¿Qué quiere decir? -contestó la madre preocupada.
-Su hija me dio todo lo que tenía.
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Cuento extraído del libro “Cuentos para entender el mundo 2”
La rosa y el sapo
En un precioso jardín, una rosa y un sapo habían ido creciendo juntos. Durante mucho tiempo compartieron todo tipo de vivencias, secretos y, sobre todo, una amistad que parecía eterna.
La vida iba pasando y el sapo observaba cómo su amiga se volvía cada vez más y más hermosa. Para él era un placer ir a visitarla, saltar a su alrededor y contarle todo lo que sucedía fuera de aquel jardín.
Pero la rosa comenzó a darse cuenta de su hermosura y de la atracción que ejercía sobre la gente que la miraba.
El único problema era que, de vez en cuando, aparecía un sapo dando saltos a su alrededor que espantaba a los que se acercaban.
Llegó el día en el que la rosa, ya cansada de la situación, habló con el sapo.
-Oye -le dijo-, ¿no podrías hacer lo mismo que haces aquí, eso de ir saltando de un lado a otro, en cualquier otra parte del jardín?
-Pero... -contestó confundido- hasta ahora nunca te había molestado mi presencia, siempre te había gustado tenerme alrededor... -Sí, es cierto, pero me he dado cuenta de que espantas a todos los visitantes que vienen a verme. Les asustas y además... tu aspecto ya no armoniza con mi belleza.
-Vaya... -contestó triste el sapo- qué lejos han quedado aquellos tiempos...
Ambos se quedaron callados durante una eternidad. Él esperando una rectificación y ella, en cambio, esperando a que se fuera. -Vale... -contestó finalmente el sapo- no te preocupes, el jardín es muy grande, puedo irme a cualquier otro sitio -y se alejó de allí.
Y la primavera pasó, y el verano, y también el otoño...
Y durante todo aquel tiempo, ambos hicieron su vida por separado. No volvieron a verse en meses, hasta que un día el sapo decidió acercarse a visitar a la rosa.
Pero al llegar se quedó totalmente sorprendido. Su amiga, aquella bonita flor, estaba ahora marchita, apenas quedaba rastro de la belleza que había tenido meses atrás. Sus pétalos estaban agujereados, su tallo caído...
-Hola, Rosa.
-Hola, Sapo -contestó ella con rocío en las mejillas.
-Pero, ¿qué te ha pasado? ¿qué te han hecho? ¿por qué tienes tan mal aspecto?
-No lo sé. Los primeros días todo fue bien, pero poco a poco comenzaron a comerme los bichos, sobre todo las hormigas. Un día un picotazo aquí, otro día otro picotazo allá y se han apoderado de mí...
-¡Ay, Rosa! -le contestó el sapo- nunca te diste cuenta de que antes había alguien que se comía todos esos bichos que estaban cerca de ti. Estabas demasiado ocupada observando tu propia belleza.
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Cuento extraído del libro “Cuentos para entender el mundo 1”
Las entradas del circo
Una madre decidió celebrar el cumpleaños de su hija llevándola a un circo que acababa de llegar a la ciudad.
La niña se sentía feliz y a la vez orgullosa al ver que cada vez se iba haciendo más mayor. Cuando por fin llegaron, se dirigieron a las taquillas.
-¿Cuánto cuestan dos entradas? -preguntó la madre.
-Tenemos dos precios: 10 euros para los adultos y 7 euros para los menores de cinco años.
-Está bien -le dijo la madre mientras buscaba en la cartera dinero para pagarlas-, entonces deme dos de adulto.
El hombre de la taquilla le entregó el cambio y le dio las entradas.
-¿Sabe, señora...? Podría haberse ahorrado 3 euros, pues yo no me hubiera dado cuenta de que su hija tiene más de cinco años.
-Sí, lo sé -contestó la madre-, usted no se hubiera dado cuenta, pero ella sí.
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Cuento extraído del libro “Cuentos para entender el mundo 2”